Momento en que el arquitecto Edgardo Gómez se reencuentra con su familia.
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"Me iban a matar porque no recordaba el teléfono de mi señora": Edgardo Gómez

Jorge Aragón y Edgardo Gómez, profesionales samarios, fueron secuestrados el pasado martes mediante engaños y los utilizaron como carnada para la extorsión a sus familias. Estos son los detalles de la pesadilla que vivieron.

El pasado martes 6 de diciembre, el ingeniero Jorge Daniel Aragón Russo, de 48 años, y el arquitecto Edgardo José Gómez Posada, de 56 años, emprendieron el camino desde Santa Marta hacia el municipio de San Alberto, Cesar, para concretar un trabajo para el que habían sido contactados.

En ese momento, los dos profesionales jamás se habrían imaginado que iban camino a una trampa. Al llegar al sitio, de forma engañosa, fueron abordados por sujetos que lo primero que hicieron fue ordenarles apagar los teléfonos celulares e intimidarlos con armas de fuego. Desde ese momento estuvieron secuestrados.

La estrategia criminal fue bien pensada: una vez tuvieron en su poder a los dos secuestrados, los captores dejaron abandonada la camioneta en la que se movilizaban a las afueras de San Alberto, mientras que a los secuestrados los internaron en el municipio, en una dirección distinta a la que dejaron el carro.

Durante el tiempo que estuvieron en cautiverio, los dos profesionales vivieron momentos de angustia.

“Siempre nos andaban atemorizando. A mí me intentaron  matar dos veces porque no me sabía el número del celular de mi señora, le di errado por un número y por ese número casi me matan. Me sentenciaron a muerte, es más, me retiraron para darme de baja, pero Jorge suplicó por mi vida y me salvó la vida. Yo me sentía muerto”, relata Edgardo.

“Son momentos que no se los deseamos a nadie. Uno no sabe qué hacer, sentirse amenazado a punta de pistola. Estar metido en un monte, presionado a que en cualquier momento le puedan disparar. Eso es terrible”, recuerda Jorge Aragón.

El ingeniero Jorge Aragón, al reencontrarse con su familia.

Sin embargo, el hecho de encontrarse juntos, le sirvió tanto a Jorge Daniel como a Edgardo José para ayudarse y darse fuerza entre ellos durante los momentos de pánico. “Hubo momentos en los que la cosa se estaba poniendo muy difícil”, recuerda Aragón.

Incluso, el ingeniero recuerda que “llegamos a orar que no hiciera presencia la Policía y que no hubiera un combate que estuviéramos nosotros en el medio”.

Sin embargo, fue el acecho del Gaula, que, cada vez más cerca de llegar hasta el lugar donde los tenían, obligó a los captores a darles la orden de que huyeran el viernes al mediodía.

“Nos dicen que nos van a liberar a las 12 del día, esperamos un rato, nos dieron unas coordenadas, que llegáramos a la carretera, cruzar a la derecha y comenzar a pedir chance (…) un medio de transporte nos paró y se dio cuenta de que nos había pasado algo, nos llevó hasta el pueblo más cercano”, relató el arquitecto Edgardo José Gómez.

Los dos secuestrados, que huyeron del lugar poco antes de que hiciera presencia el Gaula, terminaron alejándose por sus propios medios y hasta que la plata les alcanzó. Usar un teléfono para  pedir auxilio no era una opción para ellos, pues habían sido atemorizados por los captores para que no lo hicieran. Pero llegó un momento donde eso era lo que había que hacer.

“Llamé a mi hija y a los cinco minutos ya teníamos al Gaula encima rescatándonos”, contó Edgardo.

Así fue que a las 2:00 a.m. de este sábado, los dos profesionales tuvieron la oportunidad de reencontrarse con sus familiares en el comando de la Policía Metopolitana de Santa Marta. Después de agradecerle a la coronel Sandra Vallejos, los familiares vieron llegar a sus seres queridos y se fundieron en un abrazo que selló el reencuentro.

Las dos familias agradecieron a la Policía de Santa Marta por contribuir en la liberación.

Secuestro extorsivo

Este episodio revivió un fantasma que no se vivía desde hace mucho tiempo en zonas como el departamento del Magdalena, como lo es el secuestro extorsivo. En este caso, vino desde la cárcel.

“Es delincuencia común desde las cárceles con llamadas extorsivas. Antes lo hacían intimidando a una empresa transportadora, les hacen un pedido y llegan a ese sitio diciendo que estaban rodeados. Los familiares consignan plata y hacen que esa plata vaya al bolsillo de la delincuencia esta vez lo hacen diferente”, explicó la comandante.

Vallejos exaltó la labor del Gaula que logró “un cerramiento de forma juiciosa, preservando la vida de los secuestrados, por lo que logramos que los individuos se dieran cuenta del cercamiento y los dejaran abandonados, procediendo con la huida”. 

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